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Gabriela Repetto

Número de artículos WOS – Scopus (2011 – 2017) Índice H Scopus  Número de proyectos UDD    (2011 -2017) Principales proyectos
27 13 6 3 FONDECYT Regular y un proyecto con financiamiento del NIH (USA)

Existen 8 mil tipos de enfermedades raras o poco frecuentes en el mundo, de las cuales el 80% tiene su origen genético. Se entiende por enfermedad poco frecuente (EPoF) a aquella condición que afecta al menos a una de cada dos mil personas (según la definición de la Unión Europea). Ya que se trata de tantas enfermedades, se estima que por lo menos el 6-8% de la población mundial podría tener una ER a lo largo de su vida, lo que en Chile se traduce a casi un millón de personas.

Gabriela Repetto, médico-pediatra, se ha dedicado prácticamente durante toda su carrera profesional a la investigación en el área de la Genética, tema que la apasiona y al que llegó por casualidad cuando cursaba su beca de pediatría en la University of Wisconsin-Madison (EE.UU.). “Al terminar Medicina en la Universidad Católica, nos fuimos con mi marido a Madison. Como yo aún no postulaba a mi beca decidí trabajar mientras tanto y me presenté con el jefe de la beca de Pediatría buscando trabajar en un laboratorio de investigación. Justo había un investigador que había hecho un gran descubrimiento en el área terapia génica y necesitaba asistente. Fui a hablar con él y me aceptó. Fue mi primera exposición a la genética (…) Prácticamente no habíamos visto esta materia en Pregrado, por lo que fue empezar casi de cero. Ahí sucedió que los becados de genética clínica tenían que rotar por ese laboratorio y me invitaron a trabajar con ellos y así los martes en la tarde, observaba lo que hacían. Mi  encuentro con la genética fue por serendipia, o absoluta y favorable casualidad”, explica la especialista, quien dirige el Centro de Genética y Genómica de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, cuya línea principal de investigación son las enfermedades raras.

Al volver de EE.UU, trabajó 5 años en la UC y el 2003 llegó a la UDD, con un cargo docente pero con la idea de montar un centro de investigación. El año 2006 se ganó su primer proyecto del Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología (Fondecyt)  sobre Síndrome de Deleción del Cromosoma 22q11, que ha sido su línea de investigación desde 1998.

¿Por qué te interesó especialmente esta condición del cromosoma 22?

Esta Síndrome es poco conocido,  causa anomalías congénitas, como problemas en el corazón y en el paladar, problemas en el aprendizaje y alto riesgo de desarrollar enfermedades psiquiátricas. Se debe a la pérdida de alrededor de 3  millones de “letras genéticas”, o aproximadamente 60 genes, en una copia del cromosoma 22. Estamos tratando de entender por qué se producen todas esas manifestaciones y cómo puedes ayudar a las personas de mejor manera.

Se estima que 1 de cada 3.600 personas podría sufrir de esta condición (según datos daneses).  Es la segunda alteración cromosómica más común después del síndrome de Down. Hemos calculado que en Chile debieran haber unas 4.500 personas con la deleción, pero las que tienen el diagnóstico confirmado son sólo 500.

¿Cómo se manifiesta?

Una de las dificultades para conocer esta condición y considerar el diagnóstico es que sus manifestaciones son muy variables. Al nacer, la mitad de los niños nace con problemas al corazón que debieran hacer sospechar que está presente la deleción. Las cardiopatías congénitas están cubiertas por el AUGE, pero no se considera la evaluación genética, por lo que no se mira el diagnóstico ni se solicitan exámenes confirmatorios. Sin duda, ahí hay una tremenda oportunidad para detectar la deleción de manera oportuna, para que la persona pueda recibir las terapias específicas que requiera.

Después hay otro tipo de problemas de fisuras ocultas o submucosas, en el paladar que también debieran hacer sospechar este diagnóstico.

Es importante saber que las personas que tienen ER o poco frecuentes se enfrentan a lo que nosotros llamamos “la odisea diagnóstica”, es decir, dan vueltas y vueltas por consultas médicas sin que se sepa lo que tienen.

A la fecha, ¿qué resultados han tenido con las investigaciones sobre la deleción 22?

Llevamos 11 años de financiamiento con 4 Proyectos Fondecyt que nos han permitido hacer varios descubrimientos. Los dos o tres primeros proyectos fueron para ver problemas del corazón. Partimos mirando por qué algunos niños tienen  cardiopatías congénitas otros no en circunstancias que todos tienen la misma deleción: identificamos algunos genes que probablemente interactúan con los de la deleción.

También hemos estudiado la letalidad, es decir, cuánta gente se muere por el síndrome, y descubrimos que uno cada 8 personas a la cual se le ha diagnosticado, se muere, usualmente antes del año. Hicimos un estudio muy acucioso y los que mueren, generalmente tienen problemas al corazón. Esa es información que le hemos entregado a los cardiólogos y cardiocirujanos porque a lo mejor hay que hacer ajustes en las cirugías a las que podrían someterse a los menores.

Por otro lado, desde el punto de vista clínico, hemos generado curvas de crecimiento para los niños, porque crecen de forma diferente que los niños sin la deleción, lo que ha sido muy útil, para la supervisión de salud.

Con nuestras últimas investigaciones, ahora como parte de un Consorcio Internacional -financiados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en EE.UU.- estamos tratando de entender por qué se produce la esquizofrenia en las personas con la deleción y ahí también ya tenemos algunos resultados, como por ejemplo,  a menor coeficiente intelectual hay más chance de tener esta enfermedad. Y si fuiste muy prematuro también hay más probabilidades. Eso nos ha permitido ver que quizá hay un grupo de pacientes que hay que seguir de manera más cercana para prevenir.

La Esquizofrenia usualmente se detecta en jóvenes a partir de los 15 años, pero nosotros hemos visto niños que han debutado con la psicosis a los 8-9 años y hemos tenido adultos que han debutado a una edad que uno pensaba que ya no se daba.

¿Cuál es la situación mundial con las enfermedades raras o poco frecuentes?

La Comunidad Europea y EE.UU.  tienen una serie de  leyes relacionadas con estas enfermedades  que, entre otras cosas, prohíben discriminación  para personas con enfermedades genéticas y también han generado incentivos para el desarrollo de  medicamentos y dispositivos para grupos relativamente pequeños de pacientes.

Y en Chile, ¿cómo se las trata?

En Chile, salvo cosas puntuales, no hay nada para las enfermedades raras o genéticas en general, entonces las personas están súper abandonados. Por esto, también estas enfermedades se conocen como “huérfanas”

Hay servicios clínicos de genética en varios centros académicos y en la mayoría de los hospitales públicos grandes, pero investigación en enfermedades genéticas raras  hay pocas iniciativas porque justamente son  poco frecuentes.

Incluso cuando se postula a fondos, los revisores consideran que afectan a tan poca gente que no son propuestas competitivas para financiamiento. Yo creo que todavía no se entiende la magnitud del problema. No se considera un tema prioritario, pero estamos peleando para que así sea.

Uds, como investigadores, ¿cómo enfrentan esta situación?

Considero que los distintos centros de investigaciones genéticas, debiéramos unirnos para estableces prioridades, generar ideas “de punta” para resolver preguntas relevantes sobre mecanismos, diagnósticos y terapias y  obtener mayores financiamientos a nivel nacional.

Los investigadores tenemos que hacer la pega de producir resultados relevantes. Y esa es la gracia  de las investigaciones en las Facultades de Medicina, todo tiene una entrada que tiene que ver con una pregunta de un paciente y una salida que tiene que ser una respuesta para resolver problemas. No tenemos que hacer mucho esfuerzo de orientación. Pero sí debiéramos hacer un mayor esfuerzo comunicacional para dar a conocer lo que se hace y cómo se involucra a la sociedad.

¿Cuál es la barrera más grande con la que te has topado en tus investigaciones?

Sin duda es el monto de recursos. Sabemos que Chile es de los países que menos invierte de su PIB en investigación. Solo el 0,3%, en circunstancias en que todas las otras naciones que pertenecen a la OECD invierten más del 1% e incluso algunos más de 3%. Otro problema es que se piensa que todo el aporte debiera ser estatal, lo que a mi juicio está errado. Debieran haber muchos más actores en la sociedad que contribuyan con recursos, entendiendo que esto nos favorece a todos.

¿Crees que un Ministerio de Ciencias podría solucionar estos problemas?

No sé si eso se va a solucionar con un ministerio. Habría que ver bien de qué se va a tratar. Además de institucionalidad, hay que tener una cultura diferente. No se saca nada con tener un ministro si la comunidad en general no cree en la investigación, si los empresarios no invierten en desarrollo. El ministerio funcionará si educa a la población.

¿Cuáles son tus desafíos en este tema?

Estamos armando un Centro para personas con Enfermedades Poco Frecuentes entre la Facultad de Medicina y la Clínica Alemana, en Pediatría, para los niños que tienen problemas más complejos, sin diagnósticos, y puedan tener equipos multidisciplinarios que aceleren esos diagnósticos, con la idea de que eso los ayudará a prevenir complicaciones y recibir terapias más personalizadas y pertinentes a su condición.