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UDD en la Prensa

Formación docente ¿cuál es el límite de la legislación?

La aprobación de leyes como la Ley 20.849 de Inclusión Escolar y la Ley 20.903 de creación del Sistema de Desarrollo Profesional Docente sitúa sobre las universidades la responsabilidad de implementar los requerimientos que estas normativas suponen.

En este contexto, el ministerio de Educación encargó a un grupo de expertos provenientes de distintas universidades la creación de lineamientos de políticas públicas para la Formación Inicial Docente, documento que sistematiza las exigencias que las nuevas leyes establecen para las instituciones que imparten carreras de pedagogía. Con el propósito de formar profesores de alta calidad, los lineamientos proponen requerimientos en cuatro ámbitos: Políticas Públicas, Condiciones institucionales, Plan de Estudios y Vinculación con el sistema escolar.

Entre las especificaciones que los expertos sugieren, destaco la exigencia de que las universidades cuenten con docentes que tengan experiencia actualizada en aula, además de un alto conocimiento disciplinar y didáctico en sus respectivas áreas. Resulta también relevante la exigencia de incorporar en los trayectos formativos prácticas tempranas y progresivas. Asimismo, es un avance exigir como entrada a la carrera de pedagogía un mínimo de 500 puntos en la PSU.

Los lineamientos también detallan cuáles deben ser los grandes ámbitos en los que se debe formar a los futuros profesores. Por ejemplo, el documento nombra la importancia de adquirir conocimiento disciplinar y pedagógico, formación en el manejo de nuevas tecnologías y de un idioma extranjero.

Para entender en profundidad el sentido de estos lineamientos, es importante recordar que en Chile de un total de 538 programas de educación, 183 no exigen la PSU rendida para ingresar, y 113 aceptan alumnos con menos de 500 puntos en esta prueba (Fuente: Elige Educar, a partir de las Bases Índice, Matrículas Pregrado-Postgrado, 2016, CNED).

En este panorama, los lineamientos son una esperanza, pero al mismo tiempo encierran el peligro de no dejar espacio para la autonomía de las universidades, en tanto los mínimos pueden parecer máximos con el subsecuente riesgo de vulnerar la identidad de cada institución.

Tenemos un gran desafío por delante,  pero nos falta el lineamiento más importante: atraer a jóvenes valientes, capaces, estudiosos, comprometidos, esforzados y jugados por su país; sin ellos nada sirve, necesitamos su energía para alcanzar metas altas y la convicción de que un buen profesor puede cambiar la vida de niño, de un joven, de un país.

Mientras las Facultades de Educación trabajamos para formar profesores capaces de atender a la diversidad de estudiantes desde la variedad de nuestros perfiles profesionales, cada ciudadano podría mirar a los jóvenes que tiene cerca y tentarlos con la única profesión capaz de crear futuro: ser profesor.