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UDD en la Prensa

No creen en la libertad

 Daniel Contesse Strauss
Daniel Contesse Strauss Vicerrector de Innovación y Desarrollo

Proyectos de ley van y vienen. En cada oportunidad en que ocurre algo, es previsible la cantidad de creativos que saldrán a proponer leyes que nos ayudarán a resolver todos nuestros problemas. En economía, en previsión, en salud, en ciencia y por supuesto en educación. Lo último, los estacionamientos. La ley nos llevará al paraíso terrenal.
Un ejemplo, la educación superior. Ideas de cómo construir una buena universidad hay muchas y muy distintas. Es natural, personas distintas piensan de manera distinta y creen que hay variadas formas de hacer mejor las cosas. Por ejemplo, algunos creen que es necesario que el gobierno sea triestamentario, otros creen que es mejor que los estudiantes se dediquen a estudiar y no a gobernar. Algunos creen que es mejor que los consejos directivos tengan consejeros independientes, otros creen que lo relevante es tener a los más calificados y comprometidos con el proyecto. Algunos creen que es mejor que los profesores titulares tengan inamovilidad (tenure), otros creen que los profesores deben responder por su productividad y su continuidad debe estar sujeta a eso, como cualquier empleado en Chile. Ideas hay muchas, todas interesantes y todas con buenos argumentos de uno y otro lado. ¿Y qué hacemos? La libertad es la respuesta. Libertad para que las personas puedan elegir qué camino seguir en sus vidas. Algunas personas diseñando libremente ofertas y otras personas eligiendo libremente entre las ofertas disponibles. ¿No es eso de sentido común? Ya no. Hoy se impone la lógica totalitaria de la verdad única establecida por ley. Un grupo reducido de personas se creen más sabios que todo un país. Y no se quedan ahí, no sólo se creen dueños de la verdad, sino que se la imponen por ley a todos. ¿Por qué? Es simple, no creen en la libertad.
Tales o cuales ideas pueden ser buenas o malas, ¿pero por qué no dejar que sean las personas las que decidan? Muchos hacen gárgaras con el concepto de diversidad. A muchos de estos se les olvida rápidamente este discurso cuando alguien quiere hacer las cosas de una manera distinta. En ese caso la diversidad ya no es buena y debe ser reducida por ley según lo que ellos estiman es mejor para todos.
El problema no son la malas ideas de unos u otros. El problema es que en nuestro país se ha debilitado la creencia de que la libertad es la piedra angular del progreso y se ha instalado la falsa idea de que una sociedad es mejor cuando se acotan los grados de libertad a través de resolver de manera general y para todos, cuestiones que deberían estar en las manos de los ciudadanos.