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UDD en la Prensa

Pacientes terminales

La carta de Malú Sierra en que lamenta la penosa situación de final de la vida de su hermana ha merecido justificados comentarios, todos los cuales aportan a la reflexión acerca de los cuidados al final de la vida. En carta del miércoles, el profesor Cristóbal Hasbun comenta el tema desde los principios de la bioética y se refiere al ejercicio de la autonomía como base de las decisiones más dramáticas de la biografía personal, y menciona la eutanasia como una de ellas.
La bioética como disciplina fundamenta el estudio de los problemas del final de la vida humana y las decisiones que lo rodean. Los cuatro principios proponen una forma de análisis, para lo cual necesitan ser debidamente ponderados para cada caso considerando su contexto clínico, psicológico, social y espiritual. Lo básico es aliviar el dolor y el sufrimiento evitando intervenciones desproporcionadas y la prolongación artificial de la agonía, junto con crear condiciones de cuidado, acompañamiento y cuidado integral. Así se respetan los principios de no maleficencia y de beneficencia. Las necesidades de los enfermos son las mismas si están en hospitales públicos o privados, de manera que el trato debe ser igual a pesar de las diferencias materiales, con lo cual se respeta el principio de justicia que fundamenta el deber social de equidad en el acceso a las prestaciones de salud. Y el principio de autonomía, como el derecho a autogobernar la propia vida, incluido su final, obliga a respetar la voluntad del paciente, para lo cual debe haberla expresado oportunamente.
La evolución cultural ha llevado en la práctica a negar la muerte y a no considerarla como parte de la vida. Es socialmente muy infrecuente hablar de la muerte. Se olvida que cada vida humana es un proyecto y una biografía única cuyo último capítulo es la muerte, la cual, para tener pleno sentido, necesita ser asumida por el enfermo y por sus seres más queridos. Para ayudar a morir bien es necesario conocer y respetar la voluntad del paciente, lo cual ocurre pocas veces porque no la han expresado y porque tampoco se les pregunta.
Invito a que los lectores de esta carta asuman que son mortales, que piensen en el final de su vida ahora que están sanos, que comenten el tema con los suyos y que intenten expresar sus criterios y preferencias por escrito. Así se podrá respetar su autonomía y se favorecerá el mejor final para su vida.