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Kinesióloga UDD habla de su experiencia como voluntaria en Haití

Melissa Villarreal estuvo un año y medio en Puerto Príncipe, trabajando en un centro de salud comunitario, junto a otros voluntarios de América Solidaria.

#HistoriasUDD

Melissa Villarreal, egresada en 2012 de Kinesiología de la Universidad del Desarrollo Concepción, trabajó como voluntaria en Haití durante un año y medio (marzo 2015 – septiembre 2016).“Este fue un viaje intenso de aprendizaje, tanto en lo personal como en lo profesional. Mi vida cambió por completo, todas las prioridades cambian, ya que uno aprende a valorar las cosas que de verdad importan. Siento que este país me ha entregado mucho más de lo que yo vine hacer y esta experiencia es para toda la vida”, afirmó.

La Facultad Ciencias de la Salud realizó esta entrevista y ahora es parte de #HistoriasUDD

La joven profesional decidió postular a la Fundación América Solidaria, puesto que quería “realizar un voluntariado donde pudiera desarrollarme como profesional, donde existiera un trabajo directo con la comunidad y me permitiera sentir que podía entregar la oportunidad de ayudar en la rehabilitación de las personas”.

Es así como armó sus maletas y partió su aventura. “Viví en Puerto príncipe, en la comuna de Croix des Bouquets, en una casa de voluntarios de diferentes profesiones y de diferentes nacionalidades, insertos en la vida haitiana. Trabajé en la sala de rehabilitación en un centro de salud comunitario llamado Klinik Saint Sprit. Éramos dos voluntarias en conjunto con un equipo de haitianos fisioterapeutas y técnicos en fisioterapia, en un proyecto de rehabilitación e inserción de la comunidad, donde diariamente atendíamos pacientes osteomusculares, secuelados de stroke y niños. Además de realizar clases y formaciones a la comunidad, en la educación, promoción y prevención de la salud”, comentó la kinesióloga.

Sobre esta experiencia, Melissa afirmó que “al principio fue todo difícil, estar inserto en un país distinto al tuyo con costumbres, cultura e idioma distinto. El agua potable no salía de las llaves, había que comprarla; muchas veces no teníamos luz  y en verano, que es la mayoría del tiempo, había más de 30 grados. Sin embargo, con el paso el tiempo, las personas que conocí y el trabajo me hicieron sentir que estaba en mi segunda casa”.

De su paso por Kinesiología UDD, comentó que fue fundamental, ya que “me entregó los conocimientos y herramientas necesarias para poder desarrollarme como una buena profesional, y, al mismo tiempo, sentirme segura de lo que hago”.