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Francisca Varela: “Antes de aprender a leer y escribir mi papá trajo el primer computador a la casa”

La gestora de Desarrollo Tecnológico del Instituto Data Science – Centro de Transformación Digital UDD detalló su trabajo en #HistoriasUDD.

#HistoriasUDD

Fue la única mujer de su generación mientras estudiaba Ingeniería Civil en Computación en la Universidad de Chile, carrera a la que Francisca Varela Thiermann (35 años) entró en gran medida por la influencia de su papá, quien le repetía que cuando ella aprendiera a programar “se le iba a abrir un mundo” y así fue.

Antes de egresar, Varela comenzó a emprender en proyectos orientados a utilizar la tecnología para el desarrollo social y educacional, los que recientemente fueron la razón para obtener el Premio InspiraTEC 2017, en la categoría Innovación Social, que entrega la Subsecretaría de Economía, y esta semana ser destacada dentro de los “25 Jóvenes Influyentes 2017” de Diario Financiero.

Actualmente, es gestora de Desarrollo Tecnológico del Instituto Data Science – Centro de Transformación Digital de la Facultad de Ingeniería Universidad del Desarrollo desde donde busca potenciar sus habilidades tecnológicas y una de sus pasiones laborales que es el análisis de datos.

También es directora de Fundación Kodea, lugar donde ha concentrado todas sus habilidades para usar la programación como motor de desarrollo social, principalmente, entre las mujeres.

La industria tecnológica tiene los mejores sueldos, con un desarrollo de carrera potencial y con gran flexibilidad. Me pregunté qué pasaría si llevamos a mujeres de escasos recursos a los puestos mejor remunerados del mundo. Las familias en Latinoamérica son principalmente monoparentales llevadas por mujeres, al aumentar sus ingresos ¿cómo podría mejorar la calidad de vida de estas familias? De esa visión nació Kodea.

También viendo el patrón de mis compañeros de universidad y el mío, en que el interés por la creación en tecnología se inculca en el colegio, me pregunté cómo podíamos fomentar que niñas sientan que el ámbito tecnológico también les pertenece, como me lo inculcó mi papá de manera espontánea, y que no se sientan en desventaja ni comparadas por su género.

El año pasado, 200 mil niños en todo el país participaron en la «Hora del Código», donde se les enseñó los conceptos básicos de la programación y, este año, comenzó la capacitación de seis mil profesores para que incluyan la programación en el aula. Además, se acaba de graduar la segunda generación de Mujeres Programadoras.

Siempre me he sentido muy afortunada y agradezco gran parte de mi trayectoria a mi papá. Soy la única mujer entre cuatro hermanos. Tuve la fortuna de que en mi casa nunca hicieron una diferencia por ser mujer y siempre estuve a la par con ellos. Mis papás desde pequeños nos permitieron debatir, compartir como un adulto y agradezco que nos hayan visto como personas creadoras y creativas, por sobre ser niños.

Mi papá no nos leía cuentos para niños, sino novelas de ciencia ficción y los domingos en la mañana hacíamos experimentos científicos para niños en la cocina. Antes de que aprendiera a leer y escribir mi papá trajo el primer computador a la casa.

Cuando tenía 16 años y decidí que quería estudiar Ingeniería Civil y mi papá comenzó a repetirme que ‘Cuando aprendas a programar, se te va a abrir un mundo’. Nunca había visto la computación como un camino, hasta que aprendí a programar y se cumplió su promesa.

Desde un inicio porque todos mis emprendimientos y trabajos han tenido una fuerte componente social y/o educativa. Cuando estaba saliendo de la Universidad, formamos LoudWords con dos compañeros y desde el inicio incluimos la donación a fundaciones dentro de nuestro modelo de negocios.

Mientras emprendía hice acciones particulares de apoyo a través de la tecnología en ChileAyuda, así como posterior al terremoto armamos un equipo de personas para recuperar computadores que estaban en desuso en distintas empresas tecnológicas y entregárselo a escuelas que hayan sufrido daños en su infraestructura.

Luego de otros proyectos, comencé participando en Girls in Tech como directora, ya que tanto el equipo de trabajo y su visión de acercar a mujeres y niñas me motivó.

Me siento afortunada de haber podido crear una red de mujeres y amigas en torno lo que me apasiona como es la tecnología, y que nos podamos motivar y buscar espacios e iniciativas para poder motivar a más mujeres que participen. Y lograr un cambio en una industria creativa, donde se requiere un equipo de personas diversas para una mejor solución y cambio real del problema.