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Germán Palma: «No soy el mismo profesional que partió hace 10 años a Haití»

Para #HistoriasUDD el periodista habló de su experiencia en la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de dicho país.

#HistoriasUDD

Germán Palma egresó de periodismo el año 1999 sin pensar que 6 años después se encontraría como parte de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití, uno de los países más pobres del mundo y el lugar donde descubriría su necesidad de ejercer el periodismo de una manera especial, relatando y documentando una realidad que conmueve y sobrecoge.

Hoy a los 38 años y de vuelta en Chile tras su segunda misión a Haití no solo se siente orgulloso de la labor realizada, sino absolutamente seguro de las decisiones que tomó y de la experiencia que adquirió y que hoy recomienda sin pensarlo dos veces a las nuevas generaciones de egresados.

 ¿Qué te hizo tomar la decisión de  aceptar esta misión en Haití?

Los desafíos siempre me han motivado, emprender tareas distintas me energiza, no soy de los que prefieren quedarse en la zona de confort, sino que voy más allá y Haití se presentó como la oportunidad precisa para expresar en terreno lo que soy. Si bien al inicio fue duro alejarme de mi familia, debo reconocer que fue una de las mejores decisiones  de mi vida, ya que lo que viví allá desde el punto de vista profesional es impagable.

¿Cuál fue tu primera impresión al llegar a un país tan distinto al nuestro y con tantas necesidades insatisfechas?

Que la pobreza sigue marcando a ese país, tal como en 2005 cuando fui por primera vez. Me di cuenta que la paz social se percibe y es algo tangible gracias al accionar de las tropas de MINUSTAH (Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití), donde Chile forma parte y en la que ha realizado un trabajo muy profesional. Los Haitianos y la comunidad internacional valora el accionar de los cascos azules chilenos y eso te llena de orgullo.

¿De dónde nace tu vocación de servicio público?, ¿qué fue lo que más te conmovió?

Mi padre fue militar, siempre al servicio de la gente y de su querida institución, así que yo creo que por ahí viene mi vocación y lejos lo que más conmueve es la mirada inocente y llena de esperanza de los niños haitianos, que a pesar de vivir en condiciones extremas, siguen siendo dueños de la alegría e inocencia propia de los niños. Ver sus caritas, por una parte te conmueve, pero por la otra te energiza para seguir entregando lo mejor de ti en esa hermosa misión de paz.

¿Qué fue lo que más te marcó de esta experiencia y cómo te sirvió para tu vida personal y profesional?

Desde el punto de vista personal, el estar lejos de la familia te enseña a valorar lo que uno tiene, ya que se extraña la sonrisa y el contacto con tus seres queridos. Por otro lado, sirve para conocer aún más tus límites, virtudes y defectos, eso es un aprendizaje que marcan y dejan huella.

Profesionalmente  fue sencillamente espectacular ya que trabajar bajo el alero de la ONU es algo que me llena de orgullo y que guardaré para siempre. En esos siete meses pude relacionarme con profesionales de diversas nacionalidades, latinos, europeos y africanos, todos dueños de ricas vivencias que van nutriendo tu espectro cultural. Hasta el día de hoy mantenemos el contacto. Ya no soy el mismo periodista que salió de Chile rumbo a Haití.

¿Recomendarías experiencias similares a otros egresados o actuales alumnos? ¿Qué les dirías para alentarlos?

Formar parte de una misión de paz, sea cual sea el rol o formato de trabajo, es una magnífica experiencia, pues uno va sintiendo que aporta a gente que sufre y que necesita ayuda. Por otro lado, el poder desplegar sus talentos en otras latitudes y con otras realidades,  es una gran oportunidad que si o si deben tomar si alguna vez se les presenta. Los desafíos son para asumirlos con vigor y van formando parte de tu vida. Yo estoy feliz porque hice lo que me gusta.