Jaime Leppe, coordinador de investigación de Kinesiología UDD: las maratones como forma de vida




Cuando tenía 10 años, una pelota de vóleibol marcó el inicio del vínculo de Jaime Leppe con el deporte. Hoy, más de tres décadas después, ese camino lo ha llevado a recorrer los 42 kilómetros en 2 maratones, a cruzar la meta del Ironman de Pucón y a pedalear casi 30 kilómetros diarios cuando debe asistir a la Universidad del Desarrollo, donde trabaja como docente y coordinador de investigación de la carrera de Kinesiología.
Su historia no es la de un atleta convencional. Una lesión frenó su práctica de vóleibol en la adolescencia, pero encendió otra pasión: entender el cuerpo humano y cómo ayudarlo a sanar. Así llegó a la Kinesiología. En paralelo, descubrió el aikido, arte marcial que aún practica y que, con el tiempo, le abrió paso al running. No fue por ambición deportiva ni por un desafío personal, sino por una sugerencia familiar. “Fue mi señora la que me dijo que correr era más simple. No se necesita uniforme, ni dojo, ni compañeros… solo tus zapatillas”, cuenta Jaime.
El camino, sin embargo, no fue inmediato. Recuerda con claridad su primer intento: “Corría tres kilómetros de mi casa a la feria y llegaba destrozado. Me puse como meta completar un 10K en la Maratón de Santiago. Fue más difícil de lo que pensaba. Nunca había corrido tanto”.
Desde entonces han pasado más de diez años y muchas metas cumplidas. Ha participado en más de 15 medias maratones y completado dos maratones. La primera, en Lyon, Francia, en octubre de 2024, durante un congreso de kinesiología. La segunda, en Santiago, donde registró un tiempo de 3 horas, 44 minutos y 11 segundos. “La primera vez que elegí ir por los 42 kilómetros fue una decisión potente. Esa bifurcación que te ofrece la carrera, entre 21 y 42… todavía la tengo grabada”, recuerda.
Nada de esto ha sido fácil. Jaime ha sido operado de ambas rodillas, con meniscos dañados tras años de practicar aikido y vóleibol. “Mucha gente dice que no puede correr por problemas de rodilla. Pero no es así. Solo hay que adaptar el cuerpo, tomárselo con calma”. Su motivación ha ido más allá de lo individual. En 2024 participó en el Ironman de Pucón para acompañar a uno de sus hijos, Sebastián, con quien comparte la pasión por el triatlón. “Me acerqué a ese mundo por él, para estar con ellos. Si mi hija baila, yo bailo con ella”, dice, sonriendo.
Hoy, su rutina lo lleva a recorrer casi 30 kilómetros en bicicleta cuando asiste a la universidad. Y su lema —“Levántate a correr, las ganas te alcanzan”— lo aplica a diario. Lo que viene, dice, es mantener el ritmo. En enero espera participar nuevamente en el Ironman de Pucón, con el objetivo de mejorar su marca anterior. Y a mediano plazo, sueña con cambiar el asfalto por los senderos del trail running, en lugares como el Parque Futangue, en la Región de Los Ríos. “Es entretenido ese terreno, un sube y baja constante. Como la vida misma”.