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Constanza Toro

Desde mediados de 2018 empecé con mi proyecto de intercambio postulando a becas y universidades en España. Fue un proceso largo hasta que finalmente pude tener una postulación exitosa en Abril de 2019, para la beca Santander Iberoamérica y a EDEM, Valencia. En ese momento empezó la aventura.

El proceso

Fueron muchos días de nerviosismo acumulados entre elaboración y recopilación de documentos, postulación y finalmente, la espera de los resultados. Un viernes de abril antes de irme al sur al cumpleaños número 100 de mi bisabuela, entregué mis documentos para mi segunda postulación a intercambio, sin mucha esperanza la verdad. Y fue el mismo lunes, que en una reunión de Incuba UDD, me llegó un whatsapp que decía: Revisa tu mail; rápidamente me metí a revisar y me di cuenta de que habían llegado los resultados de las postulaciones. Me gané la beca Santander Iberoamérica. Empecé a llorar y salí a de la reunión para llamar a mi familia y amigos, mi sueño por fin se podía hacer realidad.

Y así inicia la aventura más emocionante de mi vida, hasta el momento, espero.

La llamada más difícil fue a mi pololo. Después de dos años de relación no sería fácil decir: “Hola, me voy a vivir a España por 6 meses”. Sin embargo, él sabía lo mucho que yo quería esto y me apoyó sin dudarlo, de modo que se hizo un poco más fácil para mí, ver que él no tenía dudas sobre esto.

El viaje

Osvaldo, mi pololo, decidió ir a dejarme en auto a Santiago, porque “así es como una deja a la persona que ama para que se vaya de viaje”. El 16 de agosto de 2019, almorcé con mi mejor amiga y mi hermana, esperando que llegara Osvaldo a buscarnos para ir al aeropuerto. Ahí empezaron los nervios.

Me despedí de todos en la entrada de policía internacional, llorando a mares, pero cuando pasé el control de migraciones de repente mi cerebro cambió el switch, para mi ya estaba fuera de Chile (que en efecto, estaba). Y en ese momento, empecé a disfrutar absolutamente todo lo que se me venía por delante, hasta los asientos incómodos de Economy de mi vuelo. 

Una vez que llegué a Valencia, al departamento en el que había arrendado una habitación me sentí incomoda. El calor, mis compañeros de piso, la diferencia horaria con Chile, el departamento, de verdad fue terrible. Pero me propuse salir de la situación en la que estaba y sin firmar el contrato de arriendo que estaba sobre el escritorio, me dispuse a buscar habitaciones para cambiarme. Busqué durante una semana lugares para vivir hasta que llegué al lugar en el que me sentí cómoda, en la zona universitaria de Valencia y muy cerca de EDEM. 

Empecé a conocer gente, a recorrer, disfrutar y se me abrió el mundo. Viví nuevas experiencias, tomé mis propias decisiones; lo cual antes quizás no habría hecho, confié en mi instinto y todo eso me llevó a vivir una experiencia que me marcará por siempre. 

Llegaron mis amigos a Valencia. Amigos del colegio y de Chile, que ampliaron nuestro círculo formando una red de apoyo al otro lado del mundo. En esa instancia consolidamos un grupo de 5 amigas que se transformaron en amistades como ninguna, pasaron a ser mi familia y eso es algo de lo que voy a estar por siempre agradecida. 

En los primeros días que estuve en EDEM, me contaron sobre las prácticas voluntarias a las que podían acceder los alumnos en Lanzadera, una incubadora de emprendimientos que forma parte de la Marina de Empresas. Así que postulé inmediatamente, pero simplemente porque me atraía la idea de poder trabajar en el extranjero. 

Una vez que ya fui aceptada en la práctica, le envié un correo a mi Directora de Carrera, Simona De la Barra, para contarle sobre esta oportunidad que me estaban ofreciendo y enviando el plan de trabajo que me había propuesto la empresa para ver si existía la posibilidad que fuera convalidado por Coeducación I. Luego de unos días me llegó el visto bueno para que inscriba la práctica y me pusiera en contacto con la coordinadora. Fui increíblemente feliz en ese momento. 

En ese momento empezó mi rutina de local, caminando por esas calles antiguas preciosas de Valencia, por la playa eterna que bordea la ciudad, acudiendo a clases y luego al trabajo. Iniciando poco a poco mi vida como una valenciana, entendiendo las costumbres y formas que tienen de hacer cosas, enamorándome cada vez más de la ciudad y de lo que tenía para ofrecer la cultura de la Comunidad Valenciana.

Las clases que tomé eran sumamente interesantes, teniendo profesores y exponentes de altísimo nivel, que nos acercaban a otras realidades y mostrándonos cómo funcionaba un mundo más globalizado. Dentro de las cursos que pude tomar fueron, International Business, Gestión de la Empresa Familiar e Investigación de Mercado, todas estas asignaturas enseñadas desde un punto de vista totalmente distinto, lo que las hizo aún más interesante.

Logré realizar la práctica en una ecommerce de alimentación vegana, llamada Vegaffinity, que se adecúa bastante a mis principios ya que, soy vegetariana hace 6 años. Si bien, esta no implicó un gran desafío intelectual, me sirvió mucho para aprender sobre metodologías de trabajo que se usan en las startups en España, siguiendo el método de Juan Roig. Por otra parte, pude diferenciar aspectos que me gustaban y otros que no de la forma de trabajo que tenían en Vegaffinity sobre toma de decisiones, liderazgo, riesgo e investigación de mercados principalmente.

En diciembre, llegaron mis mejores amigas de Chile a visitarme por dos meses. Viajamos durante las vacaciones de Navidades, desde el 20 de diciembre hasta el 6 de enero por 7 países pasando el peor frío de mi vida, pero al mismo tiempo, el mejor tiempo de mi vida. Pasamos Navidad, mi cumpleaños y Año Nuevo con mis amigas de toda la vida, haciendo de mi fin de año, el mejor que pude haber imaginado.

Hasta que así volvimos a España y prontamente a Chile, cerrando etapas y ciclos. Preparándome para dejar atrás esta vida e independencia en otro continente para volver a mi vida en Chile, suena extraño decirlo así, pero es la sensación que uno se lleva en ese momento: haber dejado en pausa tu vida en Chile para retomarla con más conocimiento en unos meses más. Conocimiento, madurez y experiencias que se van a reflejar en cada aspecto de tu vida a la vuelta y que te generan una nueva perspectiva de todas tus decisiones y opiniones, previas y futuras.

Escribo esto y me emociono, mirando atrás todo lo lindo que viví y la increíble oportunidad que tuve de poder haber experimentado el intercambio a 13.000 km de casa. Los lugares que conocí donde amé la vida, los malos ratos que pasé que me hicieron crecer, los ataques de risa que terminaban con dolor de estómago de tanta fuerza y los llantos por pena y frustración. Se siente como un sueño que en algún momento fue mi realidad, es muy loca la sensación. 

El regreso

Esta experiencia me ayudó muchísimo a conocerme, lo cual siento que fue lo más importante del viaje; trabajar en mí y para mí. Es algo que nunca dejaría de recomendar y buscar en mi vida, una vez que ya te picó este bicho, no hay forma de deshacerse de él, lo digo por experiencia propia.

Sin duda alguna volvería a hacer todo de nuevo, una y otra vez, porque no hay mejor sensación que la de crecer a través de un viaje. Finalmente, lo que te hace más rico al viajar es ver en quién te conviertes después.

Constanza Sofía Toro – Ingeniería Comercial UDD