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Facultad de Comunicaciones realizó seminario sobre el valor de las industrias creativas

Es uno de los sectores más afectados por la crisis sanitaria. La llegada del covid-19 implicó el cierre de teatros, museos y bibliotecas, entre otros espacios de recreación. Así las cosas, el mundo de las culturas y las artes debió buscar la manera de llegar al público.

“Nos pusimos manos a la obra e iniciamos un proceso de alfabetización digital. Hicimos un taller y trabajamos en una plataforma online con el fin de reinventarnos”, explicó Carmen Romero, directora de la Fundación Teatro a Mil.

La destacada gestora cultural fue una de las invitadas al seminario “El desafío de las Industrias Creativas para la reactivación”, que fue moderado por la directora de Periodismo de la sede Concepción, Alejandra Gouët, y contó también con la presencia de Antonio Bazán, director de Factoría Cultural, vivero de industrias creativas de Madrid y Alejandra Sepúlveda, directora de la Fundación Madrugada de la Región del Biobío, quienes coincidieron en que la digitalización se convirtió en una gran oportunidad para las PYMES ligadas a las culturas y las artes.

“No podemos afrontar el reto de la postpandemia si no estamos digitalizados”, aseguró Antonio Bazán, agregando que “en la actualidad hay múltiples plataformas que ayudan a esto y no es necesario hacer una gran inversión”. La clave, a su juicio, es “definir los procesos, saber qué buscamos y utilizar las herramientas que ya existen”.

Generación de contenido de alta calidad para redes sociales, el uso de aplicaciones para llegar a los jóvenes, piezas sonoras para acercar a la literatura al público son solo algunos de los proyectos que dio el director de Factoría Cultural sobre iniciativas que diversas instituciones están realizando en Europa y a las que hay que poner atención.

Aun con todas las opciones que entrega el mundo digital, hay sectores de las industrias creativas que tienen grandes retos debido a un alto grado de informalidad, como, por ejemplo, los artesanos de localidades rurales, manifestó Alejandra Sepúlveda. “Que se formalicen implica que tienen que pagar impuestos, un contador, etc. (…) durante años hubo organizaciones que comercializaron sus productos, pero con la pandemia tuvieron que empezar a vender ellos a través de Instagram, donde el público no está adecuado a la espera que significa solicitar algo por esta vía y a los tiempos que requiere la artesanía», concluyó.