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Lisandro Muñoz, el estudiante de Ingeniería Comercial UDD Concepción que emprende desde la infancia

Lisandro Muñoz se reconoce como un emprendedor nato. El estudiante de tercer año de Ingeniería Comercial UDD es reconocido en la sede Concepción, tanto por profesores, colaboradores y sus compañeros, por vender bolsas de bombones de chocolate con manjar y galleta, y cuenta que, por increíble que parezca, a los 5 años ya se dedicaba a su propio “negocio”.

Su mamá tenía piedras de colores y con eso armaba frascos decorativos que salía a ofrecer a las casas cercanas. Más tarde, dice, con 7 años, aprovechaba los dulces que le daban en los cumpleaños para venderlos a sus amigos del colegio o del condominio en el que vivía.

Con el paso del tiempo, fue diversificando los productos que ofrecía y al terminar la enseñanza básica incursionó, por primera vez, en un producto propio: galletas de avena y marshmallows bañados en chocolate. Y desde tercero medio solo se dedicó a la venta de cuchuflí: “Los vendía a 100 pesos, lo que puede parecer poco, pero nadie se come solo uno. Por lo general, me compraban por lo menos cinco. Cuando tenía un cliente nuevo, les regalaba el primero para engancharlo. Así terminé vendiendo cerca de 200 diarios”, recuerda.

Una técnica de venta que fue exitosa y le permitió realizar un viaje al extranjero que pagó con sus ahorros. Sin embargo, la idea de ganar su propio dinero continuó. En pandemia se dedicó a las mermeladas y al puré de castañas, que repartía por diferentes lugares de Concepción, hasta llegar a los bombones que él mismo fabrica actualmente y por los cuales es reconocido en la universidad.

“Antes los vendía por Instagram. En pandemia llegué a hacer 600 unidades que repartía una vez a la semana, porque había más tiempo. Ahora hago 250 y solo vendo en la UDD, porque con la cantidad de clientes que tengo alcanzo perfecto con el límite de producción para compatibilizarlo con mis estudios”, explica.

Durante el segundo semestre de 2023 fue parte de Incuba UDD, programa que, afirma, le permitió tener nuevas herramientas para su emprendimiento. “Me di cuenta de algunas estrategias que ya hacía sin conocerlas en profundidad. También me motivaron a innovar, por ejemplo, saqué una variedad con mantequilla de maní o incorporé frambuesas a los de manjar; ahora tengo mejores técnicas para aprender a escuchar a los clientes y así dar un mejor servicio”.

Agrega que el proceso de formación ha sido muy integral, gracias a los talleres, mentorías y otras instancias. Además, actualmente está en proceso de formalización de su producto ya que “me gustaría vender en alguna pastelería o cafetería, idealmente, estar listo de aquí a marzo. Entonces desde la universidad me están prestando asesoría jurídica en ese aspecto”, explica.

Sobre sus proyecciones, espera continuar con su producto durante los años que le queden de carrera y evaluar la posibilidad de establecer un nuevo emprendimiento en el ámbito de la gastronomía.